- Nutrición deportiva
- 0 likes
- 404 vistas
- 0 comentarios
Cada vez que me pongo las zapatillas para salir a correr o me preparo para una sesión de entrenamiento intenso en el gimnasio, siempre tengo presente una compañera silenciosa pero esencial: el agua. Recordaré siempre ese día que decidí enfrentar una larga jornada de ejercicios sin haber bebido suficiente agua.
A mitad de la sesión, mis músculos comenzaron a gritar, mi energía se desplomó y la fatiga se apoderó de mí. Desde entonces, entendí a la perfección cómo la hidratación afecta directamente el rendimiento deportivo.
El agua: el componente esencial de nuestro organismo
Aproximadamente el 60% de nuestro cuerpo está compuesto por agua. Esta no solo se encarga de mantener nuestra piel hidratada o de ayudarnos a eliminar toxinas; tiene un rol protagónico en nuestros músculos y en la producción de energía. Sin una adecuada hidratación, nuestros músculos no reciben el oxígeno que necesitan y nuestra capacidad de generar energía se ve reducida.
El protagonismo del agua en nuestra biología
Más allá de ser ese líquido que sacia la sed, el agua es el componente principal de nuestras células. A nivel celular, es la encargada de transportar nutrientes y oxígeno, regulando así la temperatura del cuerpo y lubricando articulaciones. Piensa en el agua como ese lubricante esencial en una maquinaria, sin el cual los engranajes no girarían con fluidez.
Deshidratación: el enemigo silente
Imagina un día de verano, corriendo bajo el sol abrasador, y a medida que las gotas de sudor se deslizan por tu frente, sientes cómo tu rendimiento disminuye. Esa debilidad, esos calambres, no son solo por el cansancio; es tu cuerpo clamando por hidratación. Una deshidratación leve, incluso del 2%, puede afectar negativamente tu rendimiento. Y no solo eso, sino que también aumenta el riesgo de lesiones.
La deshidratación y sus efectos en el rendimiento deportivo
1. Pérdida de resistencia: Al deshidratarnos, la sangre se vuelve más densa, lo que dificulta su circulación. Esto hace que el oxígeno llegue con más dificultad a los músculos, reduciendo nuestra resistencia y acelerando la aparición de fatiga.
2. Reducción en la capacidad de recuperación: Si no estamos bien hidratados, la recuperación post ejercicio es más lenta y el riesgo de lesiones se incrementa.
3. Alteraciones en la termorregulación: Uno de los mecanismos primordiales del cuerpo para regular su temperatura es el sudor. Si estamos deshidratados, este sistema no funciona adecuadamente, lo que puede llevar a un peligroso golpe de calor.
4. Disminución de la concentración: El cerebro también necesita agua para funcionar correctamente. Una mala hidratación puede llevar a una reducción en la concentración y capacidad de reacción, algo crucial en deportes que requieren rapidez mental.
Hidratarse correctamente
Antes del ejercicio: Comienza tu rutina bien hidratada. Esto significa beber agua durante todo el día y no solo momentos antes de entrenar.
Durante el ejercicio: Dependiendo de la intensidad y duración, se recomienda beber entre 150 a 250 ml cada 15-20 minutos.
Después del ejercicio: La hidratación post-entrenamiento es vital para recuperarse adecuadamente. No esperes a tener sed; sigue bebiendo agua y considera bebidas isotónicas si la actividad ha sido especialmente intensa.
Mantener una correcta hidratación no solo es esencial para nuestra salud general, sino que es un pilar fundamental para cualquier actividad física. Así que, ya sabes, antes de enfrentarte a tu próximo reto deportivo, asegúrate de estar bien hidratada. ¡Tu cuerpo te lo agradecerá!
Comments (0)